Ayer, 10 de septiembre, mis alumnos de 5º Humanidades, me regalaron un momento memorable.Tal vez, cansados de mis comentarios no muy alentadores sobre la actitud pasiva que suelo criticarles. O. quizás, por eso mismo, dispuestos a comprobar si era cierto que en ellos mismos está la chispa que enciende el motor de la creatividad, la soltura, el trabajo cooperativo, el estudio responsable...
En menos de tres días se organizaron para leer,
discutir, consultar, programar, resolver, imaginar, organizarhttp://static.flickr.com/16/22229067_f7438abb8f_m.jpg,ensayar, preparar elementos escenográficos, y ¡hasta tomar chocolate!
Para poder hacer todo eso, necesitaron de la voz y la mirada de otros profesores, de manera que se atrevieron a plantear el tema de la Espiral del Silencio al profesor de Economía (Ángel Ramírez)- un colega por quein siento un afecto, respeto y admiración especial - a la Profesora de Psicología (Gisela Balocco), y sé que a alguien más que en este momento no recuerdo pero que otorgándoles su tiempo los motivarona para ampliar conceptos y encontrar ejemplos concretos para su objetivos: dar una clase especial. ¡Y vaya si lo fue!
Salvo una notable ausencia y
otra notable inactividad, el grupo trabajó homogéneamente para darle carácter a la clase y dramatizar los distintos casos. En cada momento preparado podía verse cómo manipulación e indecisiones pueden sumir a las personas en el conformismo, el silencio, o la adopción de ideales que no son los propios.
Se notó en ellos la satisfacción instransferible que se consigue asegurar cuando uno sabe que ha hecho algo con esfuerzo propio y bien.
En la charla posterior a la clase, ya más relajados, sin que medie ninguna solicitud por parte mía, espontáneamente, expresaron la devolución valorativa de la experiencia... Mientras ellos me la decían, yo observaba sus rostros donde el contento acompañado con los ojos más brillantes que lo acostumbrado, me colmaba de emoción.
Espero ansiosa ver el material filmado, porque éso será el valor agregado a esa tarde de aulas adentro donde el conocimiento se dio la mano con lo lúdico...
Se rompió una barrera para dejar fluir un contenido precioso...
De la quietud pasmosa, se pasó a la actividad productiva.
De la timidez, al protagonismo.
De la soledad, a la compañía.
De la penumbra a la luz.
Quién no conoce a este grupo de jóvenes, no podrá nunca apreciar lo que significó para ellos y para mí, la tarde del 10 de septiembre de 2009.
¡Claro que ahora serán parte de mi antología de recuerdos notables!